miércoles, 29 de marzo de 2017

Los productos caducados de Wefood triunfan en Dinamarca



¿Saben cuántos de los alimentos producidos en el mundo se tiran a la basura? Pues según varios estudios publicados, aproximadamente ¡una tercera parte! Esto contrasta con los cerca de 800 millones de personas que se encuentran en una situación de pobreza extrema, sin nada que echarse a la boca o con los muchos millones que, sin riesgo a morir de inanición, no pueden pagar muchos de los productos que diariamente tiran los supermercados a la basura por no haberlos podido vender.

Otra pregunta, ¿cuántas veces ha visto colas en los contenedores donde tiran sus desperdicios los supermercados, echando incluso alguno de ellos lejía para que no los puedan recoger? Pues en otros países, lo solucionan de otra manera mucho más civilizada.


El 22 de febrero de 2016, la ONG danesa DanChurchAid y el Banco de Alimentos de Dinamarca crearon la cadena de supermercados Wefood, cuyo objetivo principal es vender productos caducados y con taras para concienciar a la sociedad sobre el desperdicio de alimentos. Tal ha sido su éxito que en apenas diez meses abrieron su segundo establecimiento, su idea ya ha dado la vuelta al mundo y muchas empresas han querido seguir el ejemplo de negocio solidario.

Wefood ofrece productos que otros supermercados y pequeñas tiendas no pueden vender por echárseles la fecha de caducidad encima, por llevar etiquetas erróneas o por tener el embalaje defectuoso, por poner sólo unos ejemplos. Los productos a la venta no son siempre los mismos, ya que dependen de las donaciones que les llegan día a día: pan, verduras, frutas, productos lácteos, carne y hasta periódicos que no se han vendido a lo largo de la mañana se pueden encontrar en sus estanterías con descuentos de entre un 30% y un 50%.


Pero no es un negocio solidario al uso porque, si bien todas las personas que trabajan en los supermercados son voluntarios (excepto el encargado de la tienda), la venta de sus productos rebajados no está restringida a personas con bajos ingresos, sino que puede comprar allí todo el mundo, sobre todo aquellos que se preocupan por el desperdicio de alimentos. El resultado de esta iniciativa y de otras muchas que se han sucedido en Dinamarca durante los últimos cinco años, es que los daneses han conseguido reducir el desperdicio de alimentos en un 25%. Algo en lo que sin duda influye la legislación danesa que, al contrario de lo que ocurre en otros muchos países, cataloga como adecuados para el consumo estos productos, y el apoyo del gobierno danés a estas iniciativas solidarias.


Mucho tenemos que aprender los españoles de estas iniciativas, desde el gobierno al último de los consumidores. ¿No han visto nunca en un supermercado español a un cliente montando un escándalo al empleado porque a un yogurt le faltaban dos días para caducar? Pues en Dinamarca todavía le queda mucha vida útil y, de seguro, no acabará como aquí en el contenedor de la esquina.
   

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