lunes, 6 de febrero de 2017

Y nos quejamos…! En Italia pagan impuestos hasta por hacer sombra


Supongo que estarán de acuerdo conmigo en que los estados nos fríen a impuestos. En el colmo de la exageración se suele decir que cualquier día nos cobrarán hasta por respirar. Pues no crean que la frase es tan exagerada. Es más, el día en que nos cobren por respirar el contaminado aire de nuestras ciudades puede que esté a la vuelta de la esquina.

Nuestros vecinos italianos han dado una vuelta más a la tuerca impositiva y se han inventado un gravamen denominado “impuesto a la sombra”. ¿En qué consiste? Pues como bien indica su nombre, grava la sombra que los letreros publicitarios de los negocios proyectan sobre la acera. Como lo leen.

El escándalo que salpica estos días los medios de comunicación italianos surgió a raíz de una carta que recibió Bruno Allegranzi, propietario de una tienda de productos para el hogar en Conegliano, una localidad al nordeste de Italia, en la que se le conminaba a pagar una tasa que hasta entonces desconocía: el “impuesto a la sombra”.

Intrigado, acudió a su ayuntamiento para que le explicaran de qué iba el tema, ya que el impuesto de publicidad de sus carteles de la fachada ya lo había pagado. Allí le explicaron atentamente que el impuesto en cuestión se originaba porque la proyección de sus letreros, cuando les da la luz, hacen una sombra que ocupa suelo público. La cara del bueno de Bruno cuando salió de allí era un poema entre indignado y alucinado. ¡Hasta pensó que le estaban gastando una broma!


Pero de bromas nada. El “impuesto a la sombra” es una tasa emanada del Estado Central italiano que, con un decreto legislativo aprobado en 1993 y modificado en 1997, equiparó la ocupación de suelo público a la sombra que la publicidad de los establecimientos proyectan sobre las calles. Y si hasta ahora no había salido a la luz es porque la gran mayoría de las ciudades cobran el canon de utilización de suelo público (COSAP), un impuesto único que ya incluye esta tasa en su precio total. Es decir, que lo pagan todos y sin enterarse.

No importa si es de noche, si está nublado, llueve o hace sol; se “mide” la hipotética sombra y a ocho euros y medio el metro cuadrado. Permítanme la expresión: ¡qué caraduras son! No sé como todavía no le cobran a los viandantes por la misma razón: tanto mides, tanta sombra proyectas, tanto pagas. O,  ¿por qué no?, tanto pesas, tanto desgastas las aceras, tanto pagas.



En España nos quejamos, y con razón, de la barbaridad de impuestos que pagamos, pero el caso de Italia es mucho peor. ¡Con un gobierno nuevo cada año inventándose nuevos impuestos, ya me contarán! Allí pagan todavía una tasa en el precio de la gasolina para sufragar la guerra de Etiopía de 1935 y otra por la inundación de Florencia de 1966. 

Jamás se cancela una tasa. Ese es el primer mandamiento de un gobernante. 


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