martes, 10 de marzo de 2015

Ryanair elige el Aeropuerto de Castellón; ¿continuarán llamándolo peatonal?



La compañía aérea irlandesa Ryanair, la mayor “low cost” mundial, anunciará mañana en el Palacio de las Aulas, perteneciente a la Diputación de Castellón, el acuerdo al que ha llegado con la firma canadiense SNC Lavalin para operar de forma habitual en la base aérea de Vilanova d´Alcolea. Para que nos entendamos: para volar desde el "archifamoso" Aeropuerto de Castellón.

Posiblemente, en la presentación a la que acudirán altos ejecutivos de Ryanair, se definan las nuevas rutas en las que esté implicado el aeropuerto castellonense así como las fechas previstas para empezar a operar. Fechas que no serán inmediatas ya que la presentación lo que dará será el pistoletazo de salida a la publicación en su web de las ofertas de vuelos  que, lógicamente, tienen que ser contratadas por los usuarios. Casi con toda seguridad, los primeros vuelos regulares se realizarán antes del verano aunque aún está por confirmar.

¿Por qué elige una gran compañía como Ryanair este aeropuerto? Por tres motivos fundamentales: porque la zona turística castellonense está virgen para este tipo de vuelos, porque las tasas del aeropuerto (recordemos que no lo gestiona AENA) son muy competitivas y porque la moderna operativa de las instalaciones permite que desde que aterriza un avión y bajan los pasajeros hasta que suben los nuevos ocupantes y despega el aparato apenas transcurran 25 minutos. Y en estas compañías de bajo coste, la rentabilidad aumenta cuanto menos tiempo está el avión parado.


Todos conocemos la historia del Aeropuerto de Castellón. Inaugurado hace ahora cuatro años, pronto se convirtió en el primer aeropuerto para peatones del mundo. Las prisas electoralistas de los mandatarios del PP provocaron que se inaugurara sin haber finalizado correctamente las obras y, en consecuencia, sin tener las homologaciones oportunas por parte de los organismos internacionales de aviación. Más tarde, a esos problemas se sumaron otros relacionados con la quiebra de la concesionaria original y con enrevesados juicios y trabas burocráticas. Finalmente, hace escasos tres meses se consiguieron todas las autorizaciones y abrieron el aeropuerto  con el irónico primer aterrizaje oficial: un helicóptero pilotado por jubilados. ¡Lo que le faltaba a las instalaciones!

Desde el primer momento arreciaron las críticas por parte de la oposición política, de la prensa y de la sociedad en general. Y con razón. Todavía se quedaron cortos. La desfachatez de inaugurar, a bombo y platillo, un aeropuerto no operativo a dos meses de las elecciones locales y autonómicas por el mero hecho de salir en la foto no tiene perdón. Y no tenemos ganas de ensañarnos con la ridícula estatua del hoy convicto Fabra. Se lo dejaron en bandeja a la oposición: “aeropuerto peatonal”, un eslogan que caló muy hondo entre la población y que dentro de unos meses, en las próximas elecciones, les costarán un buen puñado de votos. Miles seguramente.


Pero las críticas llegaron hasta el extremo de afirmar que ese aeropuerto era una ruina y que se había tirado el dinero público. Y eso era, y es, mentira. Una mezquina y partidista mentira.

Quienes hayan tenido la suerte de visitar la provincia de Castellón conocerán las maravillosas playas de su litoral. Desde Moncofar hasta Vinaroz, pasando por Benicasim, Oropesa, Alcoceber, Benicarló y la monumental Peñíscola (y nos dejamos muchas) estos centros turísticos no tienen nada que envidiar a los de la provincia de Alicante, Valencia o la limítrofe Tarragona. Y si sus playas son magníficas, el interior de la provincia no le va a la zaga, con el Maestrazgo y la ciudad de Morella como puntos más conocidos.

Sin embargo, a pesar de ser una provincia privilegiada, es la que menos turistas recibe de todo el arco mediterráneo, a años luz de Alicante, Gerona, Barcelona o Tarragona. ¿Tendrá algo que ver que Castellón es la única provincia que no tenía aeropuerto? Los críticos con la instalación alegaban que había dos aeropuertos muy cerca y que construir otro era tirar el dinero. Falso. El de Valencia está entre 100 y 180 kilómetros (según a la población a la que se quiera llegar) y el de Reus, en la provincia de Tarragona, a la misma distancia pero en sentido contrario. Cuando usted coge un avión para ir de vacaciones a una tranquila playa, ¿le apetece tirarse dos horas en un autobús para llegar a su paradisiaco hotel y dos más para volver al aeropuerto o llegar en apenas quince o veinte minutos?


Independientemente de su tremendo potencial industrial que, sin duda, se verá favorecido con esta nueva infraestructura, la provincia de Castellón (y la vecina de Teruel, a tiro de piedra del nuevo aeropuerto) tiene un futuro turístico envidiable. Seguramente por eso han tenido tantos problemas con el aeropuerto. En el mundo de la política y la economía prima el egoísmo y la hipocresía. Y a nadie le gusta que su vecino crezca y le quite un trozo del pastel. ¿Verdad?     


Ryanair será la primera en llegar, pero, al parecer, existen otras (de bajo coste y chárter) con las negociaciones bastante avanzadas que pronto podrían aterrizar en Castellón. ¿Conseguirán llenar el aeropuerto “peatonal”? Quién sabe. Todo es posible.  


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