martes, 10 de septiembre de 2013

Rafael Casanova no acudiría a Vía Catalana… ni a los actos de la Diada


 
El prestigioso escritor catalán Josep Pla decía: “¿Tendremos algún día en Cataluña una auténtica y objetiva historia?, ¿tendremos una Historia que no contenga las memeces de las historias puramente románticas que van saliendo?” "La historia romántica es una historia falsa".

El nacionalismo catalán ha logrado encubrir, ocultar y manipular la historia hasta hacerla irreconocible  gracias a una nómina de historiadores que han reescrito la historia del Principado como les hubiera gustado que hubiera sido y no como realmente fue. Una historia romántica, de cuento de hadas, que no aguanta ningún análisis historiográfico mínimamente riguroso

Una de esas “memeces” a las que se refiere Josep Pla es precisamente la que se conmemora mañana, 11 de septiembre, día de la Fiesta Nacional de Cataluña o Diada. Durante los actos que se repiten año tras año, se le rinde homenaje a Rafael Casanova, considerado por los nacionalistas como primer mártir de la independencia. ¿Realmente ocurrieron los hechos tal y como nos quieren hacer creer los nacionalistas catalanes?


La historia surge a raíz de la muerte sin descendencia del rey Carlos II en el año 1700. Tras una existencia enfermiza por culpa de la consanguinidad y sin posibilidad de engendrar descendencia, dejó a España sin un sucesor al trono.  

Como, al parecer, ni entonces ni ahora se puede vivir sin Rey, se desató una lucha encarnizada entre las distintas monarquías europeas por conseguir la corona de España y, con ello, la gran herencia que representaba el todavía mayor imperio del mundo. Es la Guerra de Sucesión, que enfrentará al archiduque Carlos de Austria, hijo de Leopoldo I, y a Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV.

Era una guerra que enfrentaba dos modelos de gobierno y de sociedad completamente diferentes: de una parte, el archiduque Carlos representaba el tradicionalismo y la defensa de un modelo de estado que hoy se podría entender como “autonómico”, con la defensa de las jurisdicciones propias, los fueros y los privilegios. Por la otra, Felipe de Borbón representaba el centralismo y un acentuado liberalismo. Los catalanes (salvo excepciones como Vic y Cervera) apoyaron al primero.

Tras un inicio de la guerra en la que parecía que el archiduque se llevaría la victoria (sobre todo tras su entrada en Madrid), las tropas borbónicas recuperaron terreno tras la victoria de Almansa en 1707 y siguieron cosechando victorias hasta que a mediados de 1713 llegaron a las puertas de Barcelona empezando un asedio que duraría más de un año.

Es en este momento cuando aparece en escena nuestro protagonista. Rafael Casanova, miembro de una familia de la burguesía vinculada a los Austrias, entró como consejero tercero de Barcelona en 1706. Fue durante el asedio cuando Casanova fue nombrado “Conseller en cap” o máxima autoridad de Barcelona. Tras varios meses de situación desesperada, el 11 de septiembre las tropas borbónicas ejecutaron el asalto final a la ciudad,  momento en el que Casanova apareció en la muralla con el estandarte de Santa Eulalia resultando herido. Ante la inminente caída de Barcelona, algunos parientes y amigos de Casanova difundieron la noticia de que había muerto en combate.


Éste es el hecho que convirtió a Rafael Casanova en héroe y estandarte del nacionalismo. Pero no entonces sino casi dos siglos después, a finales del XIX. En realidad, el “Conseller en cap”  no murió aquel día, sino que tras recuperarse de sus heridas, fue amnistiado por Felipe V en 1719 y ejerció como abogado hasta 1737, diez años antes de morir.  

Un episodio que tenemos que destacar en toda esta historia es que cuando el 11 de septiembre de 1714 los barceloneses deciden claudicar ante el ejército de Felipe de Borbón, Rafael Casanova edita un bando que resume el sentido español de los ideales por los que lucharon esos hombres. "Salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de los españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España".

Leído detenidamente el bando, ¿alguien puede adivinar en estas palabras cualquier amago de nacionalismo o de separatismo? Al menos, yo no.
 
 
Con el paso de los años, esta versión “retocada” de la historia (con la ayuda inestimable del sistema educativo y de los medios de comunicación al servicio del nacionalismo separatista) se ha ido imponiendo en la sociedad catalana y ha conseguido fomentar ése antiespañolismo que perseguía.

Pero no todos están dispuestos a callar y otorgar.  Pilar Paloma Casanova y Barón, duquesa de Maqueda y marquesa de Astorga, descendiente directa de Rafael de Casanova ha concedido una entrevista en la que reivindica a su antepasado que, según ella, era un "patriota español" y denuncia que el nacionalismo y el independentismo "tergiversen y adulteren la historia de España" en relación con el conseller en cap en 1714. También denuncia la “burda manipulación histórica” a la que está siendo sometida la figura de su antepasado, convertido hoy por el nacionalismo en una suerte de caudillo independentista al que honran con simbología que a él "le horrorizaría".


Artur Mas ha propuesto para mañana la “Vía Catalana”, una especie de cadena humana que, según sus cálculos, cruzará los 400 kilómetros de territorio catalán y ha equiparado este proyecto independentista (ni más ni menos) con la lucha contra la segregación racial de Martin Luther King.

Estoy seguro de que Rafael Casanova (de estar entre nosotros) no se ataría con esta cadena. Y dudo mucho que acudiera siquiera a depositar flores ante su monumento.

 PD. Siempre me he preguntado por qué en Cataluña celebran su fiesta nacional (o Diada) conmemorando una derrota. ¿No tenían nada mejor que celebrar?

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