miércoles, 25 de noviembre de 2009

Los peligros de ligar por Internet



Uno de los problemas que más acucian a la sociedad moderna es el de la soledad. Llevamos una vida frenética en la que siempre falta tiempo para todo y la faceta que más se suele resentir son las relaciones personales. Con el tiempo nos damos cuenta de que cada vez estamos más solos.


Internet ha solucionado parte de estos problemas. Con la ayuda de la red, nos enteramos de lo que hacen nuestros amigos, podemos conversar cara a cara con nuestros familiares e incluso se puede entablar una relación con una persona desconocida que tenga nuestros mismos gustos y costumbres. Se pueden hacer nuevos amigos y ¿por qué no? ligar.



Sin embargo, esto último puede resultar, en ocasiones, frustrante. Internet proporciona un anonimato que facilita que una persona pueda aparentar fácilmente lo que no es con tal de conseguir los objetivos que se propone. Resulta relativamente sencillo hacer coincidir nuestros gustos con los de la persona a la que queremos engañar y, después, a la hora de llevar esa relación a la vida cotidiana, cualquier parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.
Lo que en la inmensa mayoría de los casos no pasa de ser un mínimo desengaño, en unas pocas ocasiones resulta sumamente peligroso. Al igual que ocurre en nuestras calles, por Internet pululan una serie de dementes que pueden meternos en un serio problema.



Lo normal, cuando ya se lleva un tiempo relacionándose con un desconocido, es dar un paso adelante y tener una cita real con él (o con ella). Esa cita puede ser la peligrosa.
Según una encuesta publicada por la Web de relaciones personales www.sitios-encuentros.es para la primera cita suele elegirse una cafetería o un restaurante (el 77% de los casos) o la asistencia a un evento cultural o deportivo (el 6%). ¿El resto? Aquí viene lo preocupante: el 14% de las primeras citas se realiza en un lugar privado, o sea, en la casa de uno de los dos.
Por algún motivo que no alcanzo a entender, hay gente que se fía más de una persona con la que ha chateado tres o cuatro veces que del vecino al que saluda por la escalera todas las mañanas. Increíble.
Lo expresaremos de otro modo: con sólo siete intentos en el chat, un acosador, maltratador, violador, ladrón o asesino (que de todo hay), encuentra a una víctima que le invita placenteramente a su casa.


En Internet, toda precaución es poca. No se le ocurra ofrecer sus datos personales a ningún desconocido (dirección, teléfono, fotografía…) ni conteste a ninguna pregunta de índole personal que pueda llevar al delincuente hasta usted (para chatear agradablemente no es necesario que los demás sepan en qué empresa trabaja o cómo se apellidan sus padres, por poner unos ejemplos). Cuando llegue el momento de la primera cita (y la segunda y la tercera), imponga que ésta sea en un lugar público muy frecuentado. Nunca pierda de vista su cartera (a través de ella pueden saber dónde vive) y pida a una persona de su confianza que se pase por allí pasado un tiempo (el delincuente no le hará nada si sabe que alguien más le ha visto) o que le llame por teléfono para que, por medio de una palabra acordada, usted le pueda avisar de que corre peligro.

Si el ligue vale la pena, todas estas precauciones no harán fracasar la relación y si, por el contrario, resulta ser una trampa, evitará pasar un mal trago.

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