lunes, 2 de noviembre de 2009

Cada vez menos estadounidenses creen en el cambio climático

Que la sociedad actual va muy deprisa, no cabe la menor duda. Cualquier noticia, cualquier decisión, cualquier pronostico, si no tiene unas consecuencias inmediatas, pronto cae en el olvido.
Con el cambio climático se está cumpliendo esta premisa. Llevamos ya varios años bajo la espada de Damocles del desastre ecológico que pronostican los “calentólogos” y, como las cosas, a simple vista, no cambian, la gente empieza a olvidar la amenaza y a creer que el cambio climático es pura palabrería o, en todo caso, que no está provocado por la actividad humana.

Así lo refleja una encuesta realizada por el PewResearchCenter en la que se indica que, los estadounidenses creen cada vez menos en el cambio climático y, sobre todo, están masivamente en desacuerdo con que éste tenga por causa la actividad humana.
Los porcentajes son claros: mientras en abril del 2008 el 71% se mostraba convencido de que hay "evidencias sólidas" de que la temperatura del planeta ha subido en las últimas décadas, ahora los que muestran esa convicción son un 57%. Mientras tanto, los que consideran que la actividad humana es la responsable de ese cambio pasan de ser un 47% a un porcentaje netamente minoritario: tan sólo un 36%.
Las razones de este descenso no hay que buscarlas en las tendencias políticas de los encuestados, porque entre los Demócratas, el porcentaje ha pasado del 83% al 75%, entre los Republicanos, del 49% al 35% y entre los considerados “independientes” ha descendido del 75% al 53%.
Otro dato relevante que muestra la encuesta es la caída en la cantidad de americanos que consideran que el cambio climático es un problema "muy serio": mientras que en años anteriores se había mantenido muy estable en torno al 45%, en esta ocasión sólo llega al 35%. Al mismo tiempo, los que no lo consideran un problema o los que no lo ven muy serio sube del 20% en 2006 al 32% en esta ocasión, con un alza de ocho puntos en el último año.

¿Por qué se está invirtiendo la tendencia? Desde este blog siempre hemos tenido la opinión de que los ecologistas se estaban equivocando en sus planteamientos. Que la población tiene que mentalizarse de que no podemos seguir con el camino emprendido de consumismo y contaminación que están destrozando nuestro planeta, es un hecho. Pero querer lograrlo a través del miedo que nos quieren inculcar unos cuantos aprovechados... tiene sus riesgos.

Nos decían al año siguiente al desastre del Katrina, que, a partir de entonces, las temporadas de huracanes serían mucho más cruentas. La realidad es que desde entonces, no sólo no han aumentado sino que, por el contrario, han disminuido, tanto en cantidad como en fuerza, no produciéndose ninguno ni la mitad de devastador que aquel.
Todavía salen noticias advirtiéndonos que el hielo del Ártico está cercano a su desaparición en época estival. La verdad es que durante los dos últimos años, no solo no ha disminuido el hielo sino que ha aumentado su extensión.
Y la apuesta principal de los “calentólogos”, el aumento de las temperaturas durante este siglo en más de dos grados, lejos de cumplirse parece que se está alejando: el año más cálido fue 1998 y, desde entonces, las temperaturas han empezado un lento pero decidido declive.

Si a todo esto unimos que las medidas a tomar para “evitar” el “cambio climático” son carísimas, que nos encontramos sumidos en la más grave crisis que se recuerda desde hace ochenta años y que hay países (China, India...) que tienen bula a la hora de tomar medidas a pesar que son unos de los máximos emisores de CO2... llegaremos a la conclusión de que el “cambio climático” pasa por horas bajas y que los ecologistas están empezando a perder la batalla.
Aunque, lo peor de todo es que ellos, engrandecidos por la repercusión que tuvo en un principio, ni siquiera se dan cuenta.

Si la opinión pública de los países más industrializados empieza a cambiar, ¿cuánto tardarán en hacerlo sus gobiernos?
El próximo mes se celebra en Copenhague una conferencia que se antoja decisiva a la hora de prorrogar y ampliar el famoso Protocolo de Kioto. Quizá más de uno se lleve una sorpresa con las conclusiones que se obtengan.

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