viernes, 3 de abril de 2009

La Torre de Babel en su cerebro


Cierto día, a la hora del café, los compañeros del trabajo nos preguntábamos qué deseo elegiríamos si apareciese de la nada un genio y nos concediese solamente uno.
Varios pidieron lo más normal, o sea, dinero a raudales. Otro fue más original, pidiendo la patente del aluminio transparente, pero hubo dos que demostraron un extraño “nivel” para este tipo de preguntas: uno de ellos pidió que durante todos los días de su vida, pudiese hacer todo lo que se propusiese y todavía le sobrasen cinco minutos diarios, o sea, ni más ni menos que el dominio del tiempo. El otro, pidió poder hablar todos los idiomas existentes en el mundo. Como pueden comprobar, tengo la suerte de poder trabajar con gente inteligente.

Bueno, el genio de la lámpara no apareció (o es que no la supimos frotar bien), y ahí acabó todo.
Sin embargo, los deseos de este segundo compañero si se cumplieron (o casi), pero no en su persona, sino en la de un ciudadano griego, Ioannis Ikonomou.
Este hombre, de 44 años, es traductor oficial de la Comisión Europea y el único capaz, de entre los 1.750 traductores (¡qué derroche!), de hablar 32 idiomas diferentes.
Si, han leído bien, ¡32 idiomas! Si Ioannis hubiese estado en Babel… la historia de la humanidad sería distinta.

Trabaja a diario con 14 lenguas distintas: Inglés, francés, alemán, español, holandés, portugués, sueco, italiano, danés, polaco, húngaro, turco, checo y eslovaco, aparte de su idioma natal, el griego. Pero como los idiomas son su hobby, también se siente “cómodo” hablando en ruso, búlgaro, turco, árabe, hebreo, chino, kurdo, armenio, persa, serbocroata, hindi / urdu, rumano, noruego, lituano o finlandés.
Les aseguro que, para una persona que ha empezado a estudiar doce veces inglés como yo, este hombre me parece llegado de otro mundo. Por no mencionar la envidia que me da.

Oriundo de Creta, de pequeño, mientras espiaba a los turistas y su “extraña” forma de hablar, ya chapurreaba inglés, alemán e italiano. Más tarde se puso el reto de aprender la lengua “enemiga” de los griegos, el turco. Luego aprendió ruso porque “era de izquierdas” y se fue a Pekín para estudiar chino. Curiosamente, allí, aparte de aprender perfectamente el idioma del país, contactó con una chica yugoslava y juntos acudieron a un lingüista vasco que intentó enseñarles eusquera. ¡Aprender eusquera en China! Sin embargo, apenas pudo aprender dos o tres palabras y es que los Vascos son muy suyos.

También estuvo en Barcelona y estudió catalán, pero no fue muy gratificante porque “intenté hablarlo en Barcelona pero los catalanes sistemáticamente me respondían en castellano, para ayudarme”. Curioso ¿verdad? ¿Por qué se empeñarán cuatro políticos separatistas en montar una guerra con el idioma?

Ha estudiado con una prostituta brasileña y ha leído literatura mística del Irán medieval. Ahora le ha dado por aprender amhárico (vaya usted a saber dónde se habla eso) y en tres días ya está en el nivel avanzado.
Su consejo es que "si quieres aprender una lengua lo mejor es enamorarte de toda su cultura, desde su historia hasta su gastronomía, cine o música pop, por cursi u hortera que sea".

Entre las anécdotas surgidas con el idioma en la Comisión Europea, recuerda a Felipe González, que en una ocasión dijo en un discurso 'Je suis de bambou' (“soy de bambú”), en vez de 'je suis devant vous’, “estoy ante ustedes” o a José Luis Rodríguez Zapatero, que le soltó al expremier británico, Tony Blair, un 'The time is good' para referirse al buen tiempo atmosférico (weather).

En fin, ya lo saben, ser políglota “total” es posible. Con un poquito de tiempo e interés...

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