jueves, 19 de marzo de 2009

Su contraseña es... 123456

Eso en el caso de que su contraseña tenga seis números, porque si tiene cuatro se quedaría en 1234 y si tiene ocho alargaría la secuencia hasta el 8. ¿O acaso es usted de los que pone su nombre como contraseña o usa el socorrido QWERTY?
Si lo he acertado no es que sea un mago y lea las mentes, ni que me dedique a piratear ordenadores ajenos. Simplemente he usado un cálculo de probabilidades: más del 40% de los usuarios utiliza una de las tres posibilidades que les he descrito como contraseña para acceder a su ordenador, a servicios de Internet e incluso a la cuenta de su banco.

Mi abuelo siempre decía que los ladrones lo tenían muy fácil porque las personas somos muy confiadas y extremadamente despistadas. Y tenía toda la razón.
Estamos cansados de oír noticias sobre fraudes a través de Internet y de robos de identidad. Las empresas encargadas de proporcionar seguridad en la red se devanan los sesos para encontrar métodos que los malhechores no puedan descifrar... y la mayoría de internautas, a la hora de proteger sus datos, no tienen otra ocurrencia que poner una contraseña sencillísima, para poderla recordar fácilmente.
Los cacos en más de una ocasión ni se lo creen: entran fraudulentamente en nuestro correo electrónico y donde pone “password” (contraseña en inglés) teclean lo mismo, “password”... y entran. Hasta ese extremo les facilitamos su labor.

Otras contraseñas “rebuscadas” que solemos emplear son el nombre de nuestros hijos, nuestro número de DNI, la fecha de nuestro cumpleaños, la del de nuestros hijos, el nombre de nuestro personaje de ficción preferido (ya sea Pokemon, Matrix o Supermán) e incluso palabras como “Si” o “No”. No nos damos cuenta de que si alguien nos quiere “fastidiar” de verdad, no tardará nada en conocer todos estos datos personales.

Hace ocho o diez años leí en un estudio de un instituto norteamericano que más del 80% de los sujetos a los que encuestaron, facilitaba su correo electrónico (e incluso su contraseña) a cambio de la promesa de recibir un “hermoso” reloj de plástico (de un par de dólares) en sus domicilios en el plazo de una semana. Desde entonces se han puesto de moda los robos de cuentas a través de Internet, el uso fraudulento de tarjetas de crédito, las suplantaciones de personalidad en redes sociales, spam, phissing, equipos zombis y un largo etcétera de delitos informáticos y, la mayoría de internautas, continuamos siendo tan inocentes como entonces.


Les recuerdo lo que recomiendan los expertos: no usen referencias familiares ni ninguna de las que ya hemos comentado, emplee más de ocho caracteres y combine números y letras.
Ya sé que será un poco más difícil de recordar, pero el esfuerzo vale la pena: nos estamos jugando nuestro dinero.

No hay comentarios: