lunes, 15 de diciembre de 2008

Moratinos no deja a un padre ecuatoriano recoger las cenizas de su hija

El gobierno español ha pasado del “papeles para todos” y las regularizaciones masivas de inmigrantes a denegar la entrada en el país a cualquiera que quiera hacerlo, sea por el motivo que sea.


Doris Tuquérrez, inmigrante ecuatoriana, vivía en Menorca desde hacía siete años. En octubre de 2007 sintió un malestar y fue a un hospital de Mahón donde le diagnosticaron un cáncer gástrico de pronóstico muy grave. A raíz de estos hechos, su hermano Jhomar, que convivía con ella, empezó una larga carrera para conseguir traer a su padre desde Ecuador para que cuidase de su hermana mientras él continuaba trabajando. Aquí empezó su calvario.

El 21 de diciembre envió la petición de reagrupación familiar de un ascendiente, pero el 7 de enero de este año el consulado de España en Ecuador denegó el visado por no acreditar suficientes documentos.
Desgraciadamente, la enfermedad fue empeorando y tras una operación en Barcelona, Doris volvió a Menorca en agosto ya muy debilitada.
Ante esta situación y aconsejado por la Dirección Insular del Estado en Menorca, Alfonso, el padre de Doris, optó por una vía administrativa más rápida y sencilla, el visado turístico para tres meses. Por lo menos quería pasar los últimos días de vida de su hija con ella.
El consulado lo citó para un mes después, un tiempo excesivo para la enfermedad de Doris, y cuando se presentó no recibió ni siquiera respuesta a su solicitud, simplemente se levantó acta de su comparecencia.


No sirvió para ablandarles el corazón y acelerar los trámites el que el director insular de la Administración General del Estado en Menorca, Javier Tejero, les enviase un fax adjuntando un informe médico del 30 de septiembre en el que se reflejaba la extrema gravedad de la enferma.
El 14 de octubre, Doris murió sin la presencia de su padre. Al día siguiente, se presentó el padre en el consulado de España en Ecuador, acompañado del antiguo secretario general de Cáritas en Menorca, Antoni Carreras, para que le ayudara a tramitar los documentos y poder viajar a España para traerse consigo las cenizas de su hija. La contestación de la cónsul general de España en Ecuador, Victoria González Bueno, pasará a los anales de la historia como una de las más inhumanas (y estúpidas) que se le pueden decir a un padre que ha perdido a su hija: “ya no tiene sentido viajar a España si su hija ya ha fallecido. Además, ¿para qué quiere un visado para tres meses si lo que quiere sólo es asistir al funeral de su hija?”.

Desde Cáritas en Menorca van a exigir la dimisión de la cónsul
. Se van a quedar cortos.
Una persona con esos sentimientos no debería estar en ningún cargo público. A la vista de los hechos no quiero ni imaginar cómo habrá llegado a cónsul. Se saltó la ley al no permitir la reagrupación familiar y luego se ha saltado la decencia al decirle una frase tan inhumana a un padre que acaba de perder a su hija y que, por meros trámites burocráticos, no pudo pasar junto a ella sus últimos días.


Que tomen nota en el Ministerio de Asuntos Exteriores ¿o fue allí donde se dictaron estas órdenes tan restrictivas? Moratinos debe comparecer para dar explicaciones.

La política del gobierno español es como un péndulo, pasa del blanco al negro sin tomarse ni un segundo de respiro en el gris. Lo que hoy es bueno, mañana pasa a ser malo. De la concesión de papeles, acreditados con un simple bonobús, se ha pasado a no dejar entrar a un padre a recoger las cenizas de su hija.
Es otra prueba más, en este caso en relación con los derechos humanos, de la falta de principios del gobierno. De la deriva de unos gobernantes a los que las circunstancias les han sobrepasado desde hace ya mucho tiempo.

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