jueves, 9 de octubre de 2008

El pacifismo de Zapatero y la venta de armas


En la ONU se están celebrando durante todo el mes reuniones encaminadas a la firma del Tratado sobre el Comercio de Armas. Por este motivo, Intermón Oxfam ha publicado un informe, “Los objetivos de desarrollo del milenio acribillados a balazos”, en el que alerta que la venta irresponsable de armas impedirá que muchos países alcancen estos objetivos.
Según la ONG, estas ventas provocan que muchos gobiernos tengan que pagar un alto precio por ellas, lo que conlleva un fuerte endeudamiento y la consiguiente cantidad de dinero que pueden destinar a combatir la pobreza. Todo ello unido a la falta de transparencia y responsabilidad en el comercio de armas conlleva grandes dosis de corrupción y pérdidas económicas.

Todas las grandes potencias económicas deberían involucrarse en este problema para conseguir erradicar el hambre y la pobreza, pero desde aquí, vamos a fijarnos en lo que se hace en España en relación a este tema. Les aseguro que a los pacifistas no nos va a gustar.

Desde que llegó al poder el presidente Zapatero (recordemos, en el año 2004), España ha pasado de exportar armas por valor de 406 millones hasta los 934 del año 2007. Es decir, lo ha incrementado en un 130%. Pero no se crean que estas ventas han ido destinadas a nuestros socios europeos, que va, en un gran porcentaje han ido a parar a países “tan democráticos” como Irán, Marruecos, Venezuela, China o Cuba. Tenemos el “honor” de ser la octava potencia mundial en exportación de armamento.


El sector industrial español en defensa mueve una facturación anual de unos 3.600 millones de euros y crea unos 17.000 puestos de trabajo. Ya se que estamos metidos de lleno en una enorme crisis económica, pero ¿es necesario que un país como España continúe exportando armas? ¿Y fabricándolas?
Pero, cuidado, que la cosa no queda ahí. El presupuesto para el Ministerio de Defensa no se ha reducido, como cabría esperar de un gobierno denominado “pacifista”, sino que ha crecido un 26% en estos cuatro años.


Nuestras tropas en el extranjero, ya saben, en “misiones de paz”, han pasado de costarnos 309 millones de euros en el 2004 a 643 en el 2007. O sea, un 69% de aumento. Sólo en Afganistán tenemos 742 efectivos (se tuvieron que aumentar a raíz de nuestra precipitada salida de Irak).

No está mal para una persona que proclamaba a los cuatro vientos su pacifismo. Recordemos por un momento lo que decía antes de las elecciones de 2004:
-“El uso de la fuerza militar resulta siempre contraproducente para la causa de la paz. Ninguna amenaza justifica el uso de la fuerza. Ni siquiera el terrorismo internacional o la proliferación de armas de destrucción masiva.”
-“En el exterior, nuestras Fuerzas Armadas solo podrán actuar en misiones de carácter humanitario y como agentes de cooperación al desarrollo y, en último extremo, como fuerza de interposición entre contendientes de una guerra. Las Fuerzas Armadas serán un instrumento más de protección civil.”
-“Las Naciones Unidas tienen que actuar como una especie de “gobierno universal” en cuyo marco deben resolverse todos los problemas.”

Todo esto en un contexto en el que de cada diez palabras, cuatro eran “la guerra de Irak” (perdonen mi ignorancia, pero yo aún no he encontrado las siete diferencias entre el conflicto de Irak y el de Afganistán).



Como de costumbre, discurso demagógico que se contradice con los hechos posteriores.
Y es que no es lo mismo situarse detrás de una pancarta, con un micrófono en la mano, que al frente del gobierno de España, ¿verdad?

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