miércoles, 24 de septiembre de 2008

La gripe que viene

¿Está estornudando demasiado estos días? ¿Le pica la garganta? ¿Utiliza más de lo que quisiese su pañuelo? No se preocupe. No vamos a alarmarnos por lo que, seguramente, será un simple resfriado. Pero, al mismo tiempo, esté atento y si los síntomas se alargan en el tiempo, no dude en acudir a su médico porque la gripe que vamos a padecer este invierno va a ser de las fuertes.
Por lo menos eso es lo que dicen los alergólogos. En las vacunas que ya se están empezando a distribuir este año, y por primera vez, se están incluyendo tres cepas distintas del virus de la gripe. Y hay una a la que le tienen mucho miedo, que denominan australiana (desconozco si es porque procede de allí o por cualquier otro motivo, ya que la que causó la matanza en Europa en 1918 la denominaban española y ha quedado más que demostrado que aquí no nació).

Y es que el asunto no es baladí. Aparte de todas las molestias personales que causa una gripe, las repercusiones que puede alcanzar son enormes. En los países más desarrollados, la pandemia, pronto o tarde, remite. Pero, ¿y en los países pobres? Por desgracia, el daño puede ser irreparable.

Pero no nos creamos que por vivir en un país desarrollado no van a haber consecuencias inmediatas. Según han hecho saber en unas jornadas organizadas para preparar respuestas a una pandemia de gripe, organizadas por la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo, en caso de que la infección se extendiese de forma imparable, hasta un 50% de la plantilla de una empresa podría contraer la enfermedad (en un año cualquiera, en el momento álgido del invierno se llega a alcanzar un 36% de bajas laborales).
Trasladado este dato a la producción, en un país como España, la incidencia de la pandemia podría suponer una contracción del producto interior bruto de casi un 13%.
Aparte, habría empresas que prácticamente tendrían que cerrar sus puertas. En el caso de que una de esas empresas ofreciera un servicio indispensable para la sociedad, pongamos por caso la distribución de carburantes o la generación de energía, el desastre podría ser mayúsculo.

Por todo ello, en estas jornadas se ha recomendado a las empresas que elaboren políticas de gestión de recursos humanos para prevenir estas situaciones. Entre los consejos que ofrecen está el uso de mascarillas (en los momentos de mayor riesgo), la distribución de botellas de desinfectante entre los empleados y la adquisición de antivirales.

Una pregunta me viene a la cabeza: a las personas mayores prácticamente les obligan a vacunarse todos los años y a los menores de edad se lo recomiendan fehacientemente, ¿por qué no se obliga, por ley, a que todos los habitantes se vacunen cuando llega el otoño? Nos prohíben y/o nos obligan a hacer tantas cosas que una más no nos va a importar. Y si es por el coste de las vacunas, seguro que la Seguridad Social se gasta mil veces más al año tratando los efectos y las consecuencias de la gripe.
No se, es una idea que seguro nos haría pasar mejor el invierno, aparte de los beneficios que supondría para la economía del país.
Así que ya saben: vayan con cuidado y vacúnense cuanto antes. Aunque no sea obligatorio.

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